Escrito por: David Ricardo Ospina Lozano - CFO de Dielco.
Votar siempre va a ser un ejercicio democrático de responsabilidad individual y colectiva. Más allá de las necesidades de las naciones, de los complejos sistemas de gobierno que generan condescendencia o fricción, deberían ser de obligatorio cumplimiento sistemas de información que permitan decidir sobre un modelo de gobierno u otro, que contengan datos certeros y específicos respecto a la huella de carbono que estos candidatos puedan dejar y al fin y al cabo evaluar la voluntad que ellos tienen de aportar a todos como raza humana. ¿Es esto posible?
Para identificar el impacto que nuestras acciones tienen sobre el medio ambiente, se han delimitado fórmulas muy certeras, como, la fórmula de combustión de gasolina, donde se señala que un galón de gasolina más oxigeno y una chispa, genera aproximadamente 9 kg de CO2. Este tipo de fórmulas son muy dicientes de las acciones individuales que tomamos porque podemos cuantificar aproximadamente de cuántas emisiones somos responsables. El método está tan avanzado que incluso podemos ver de cuánta masa de CO2 vamos a ser responsables después de un vuelo comercial (Google vuelos es conocido por informarle a sus clientes este tipo de información).
Es precisamente en un paper escrito por Seth Wynes, un reconocido académico dedicado a la investigación del cambio climático, donde se cuestiona el impacto de la huella de carbono que dejamos, no precisamente en nuestras decisiones individuales como la de comprar un vehículo eléctrico, la de tomar el transporte público o incluso la de incluir alimentos veganos dentro de nuestra dieta; sino en las decisiones colectivas.
Particularmente, la cuestión del paper está enfocada en tomar como ejemplo las elecciones de Canadá en 2019 donde el eje central entre los dos partidos en la contienda electoral fue precisamente las políticas energéticas y de emisiones, y allí se calculó un estimado de cuántas toneladas de Co2 se podrían ahorrar con un voto.
El cálculo es sencillo: Se hizo un estimado muy riguroso de las políticas públicas que podía generar cada uno de los partidos de acuerdo a su plan de gobierno, respecto al ahorro de gases de efecto invernadero y respecto a la producción de los mismos. Los resultados fueron concluyentes, si el total de carbono ahorrado se distribuyera entre los votantes que escogieron al partido ganador, se puede llegar la declaración de que un voto ganador fue equivalente a un ahorro anual de 34.2 toneladas de CO2.
Para poner todo esto en contexto, dejar de movilizarse todo un año en un vehículo a combustión ahorra aproximadamente 2.4 toneladas, reciclar durante todo el año le ahorra al planeta 0.2 toneladas y tener una dieta vegana genera 0.4 toneladas de ahorro de gases de efecto invernadero.
No hay mucho que analizar de este resultado, somos responsables de los gobiernos que elegimos. Suena a hipótesis irrealizable, pero debemos llegar a un estado de alerta de autoconservación que nos pueda permitir saber cuánto es el costo de un voto. Si voy a votar por un determinado candidato, cuántas toneladas de C02 le puedo ahorrar al planeta o, por el contrario, cuánto le cuesta a la tierra en términos de gases de efecto invernadero mi voto.
Es más que justo pensar en las infinitas variables que hay que tener en cuenta a la hora de votar, pero debe ser una obligación como ciudadanos saber que nuestro voto puede ayudar a la descarbonización, o, por el contrario, condenar de una manera sustancial al calentamiento del planeta tierra, por cierto, el único que tenemos.
Hagámonos responsables individual y colectivamente.
Bibliografía: